viernes, 14 de diciembre de 2007

Nadie le hace caso a Luz Salgado


Iba a ser la primera conferencia de prensa de la presidenta encargada del Congreso, Luz Salgado. Sin embargo, con el régimen en picada, la prensa tenía otras prioridades. Aquí, la crónica de un desplante.


Desde hace mucho tiempo deseaba estar allí, sentada en ese sillón, en calidad de presidenta del Congreso de la República. Ya no respondería más como simple vicepresidenta.

Luz Filomena Salgado estaba lista para dar su primera conferencia de prensa como la flamante titular del parlamento nacional. Esta vez no estaba reemplazando en alguna sesión, a nadie. Ella era.

Luego de la reunión del Consejo Directivo efectuada en horas de la mañana, la legisladora salió rauda, acompañada de su personal de seguridad, rumbo a la sala en donde daría a conocer lo acordado en la referida reunión matinal.

Mientras subía, lenta y pausadamente, Salgado iba pensando en que las fotos, las cámaras y la atención de la prensa, estaría centrada únicamente en ella.

Tenía que informar que se había acordado utilizar la modalidad del voto secreto en la elección del nuevo presidente del Congreso a realizarse mañana.

También pensaba decir que la elección del titular del Congreso se obtendrá por mayoría e iba a anunciar las fechas en que se llevará a cabo la discusión del Proyecto de Ley del Presupuesto.

Informaría además que el Consejo Directivo recomendó a la Comisión de Constitución que dictamine cuanto antes el tema del distrito electoral.

Asimismo, informaría a la prensa nacional, que ella había invocado a los congresistas de las diferentes tiendas políticas que asistan a las comisiones de trabajo para que se aprueben los distintos proyectos de ley pendientes que no pudieron ser vistos hasta ahora, por falta de quórum.

Sin embargo, no diría nada acerca de la moción presentada por el congresista Jorge Chávez Sibina, para proceder con la vacancia de la presidencia de la República.

Estaría tranquila en ese sentido. Más que tranquila, confiada. Confiada en algunos parlamentarios de la oposición que señalaban que la moción de Chávez Sibina era una iniciativa personal.

Confiada en aquellos que manifestaban, con un estilo único de relacionista público de empresa cervecera, que “hay que evaluar”, que “hay que conocer primero el tenor de esta moción”.

Estaba dispuesta a decir que Rafaelito era un parlamentario a carta cabal, que era un rey y que Renovación era la agrupación más centrada, discreta y delicada de todo el recinto parlamentario y que siempre le gustó como narraba los partidos de fútbol, el señor Humberto Martínez Morosini. Arriba Perú y aquí no pasa nada.

En medio de sus meditaciones, Luz Filomena elucubraba sus respuestas sobre el repentino, sospechoso e inesperado viaje de su presidente a Brunei a una cumbre de ministros.

Caminaba lentamente a través de los pasillos del recinto legislativo, que tantas satisfacciones le había dado por muchos años.


Épocas de risas, agasajos, bonanza e impunidad total. Tiempos de cámaras, grabadoras, y medios de comunicación a su entera disposición.

Cuando llegó a la sala, no pudo evitar hacer una mueca de sorpresa y decepción. Apenas había dos fogosos periodistas que la esperaban con sus respectivas libretitas de apuntes.

Las cámaras y el periodismo en general andaban por otro lado, tras Susana Huguchi, que era noticia.

Filomena no lo podía creer. Nadie le había prestado la más mínima atención. Inmediatamente ordenó que se redacte una escueta nota de prensa conteniendo todo lo que tenía pensado decir.

Con rapidez se dirigió hacia su auto. Aduciendo una cita urgente, partió con rumbo desconocido, pensando tal vez, en medio de la vorágine limeña, que los tiempos, definitivamente, ya no eran los mismos.



Diario Liberación
Lima, año 2000.

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