viernes, 28 de diciembre de 2007

Lo pifiaron


Fujimori quiso darse baño de multitud pero terminó abucheado en El Agustino. “Chino danos un terreno y votamos por ti”, le gritaron unos niños cuando bajó de un lujoso Mercedes Benz negro que ofendió la miseria de la zona.

Por Roberto Ramírez

A menos de 36 días para las elecciones, el candidato – presidente, Alberto Kenya Fujimori recorrió los empinados cerros del populoso y doliente distrito de El Agustino en medio de ensordecedoras pifias y reclamos de trabajo, que lo obligaron a acelerar el paso y más tiempo del previsto en el cuartel Barbones.

Durante su visita a dos colegios, hizo promesas a todo aquel que se le acercaba, habló de matrículas gratuitas, del Profa., de un crecimiento de “5.7 del PBI”, del sistema de cuarteles abiertos y sonreía como candidato en campaña.

Pero cuando le preguntaron sobre las irregularidades en el proceso electoral y la falsificación de firmas sacó rápidamente el cuerpo y se escudó en que “como presidente” no iba a hablar nada sobre temas electorales.

“Solamente cuando se acercan las elecciones viene por acá”, le reprochaban los pobladores al percatarse de la presencia de su comitiva, seguido de cerca por reporteros de los diversos medios de prensa que cubren las actividades proselitistas del mandatario.

Vistiendo deportivamente un polo verde, un jean y un par de botas militares, llegó hasta el centro parroquial San pedro. Tardó varios minutos en salir de su imponente Mercedes Benz negro, de placa EQ 05525, que ofendía a las descoloridas y destartaladas mototaxis de la zona.

Una vez fuera del auto, los ensordecedores silbidos no se hicieron esperar, y los gritos de “queremos trabajo” se hicieron cada vez más repetitivos, cada vez más fuertes, cada vez más sinceros.


Algunos precoces niños, en medio de sus polvorosas pistas de tierra le gritaban “chino”, “chino”, “dame un terreno y votamos por ti”, mientras el personal de seguridad, integrado por once agentes, se encargaba de alejar a los curiosos.

Fujimori continuó luego su recorrido por los diferentes ambientes del abandonado colegio, en donde los adiestrados alumnos esperaban pulcramente uniformados.

En los talleres de carpintería y cosmetología todo estaba ordenado. Incluso se encontró a las aplicadas discípulas de la estética marginal con los rurelos en sus respectivas cabezas.

El jefe del estado indicó que en dicha jurisdicción existen 47 centros educativos de los cuales 36 se “han renovado totalmente” a un costo de 18 millones 250 mil soles.

Sin embargo, los trabajadores del CEO San Pedro manifestaron que la totalidad de las máquinas que sirven para la enseñanza técnica fueron donaciones húngaras.

El calor era insoportable y Fujimori intentaba sonreír como candidato, buscaba un gesto amable, un beso del pueblo y lo único que encontraba era el grito atronador de “queremos trabajo”.

Cabe señalar que otro de los colegios en donde se repitió la escena fue el CE 048. Allí sus usuarios relataron que no había agua ni desagüe.

“Habla barrunto”, decían algunos jóvenes mientras expresaban sus quejas y mostraban sus brazos con las cicatrices que la vida, filuda, les había hundido.

Al llegar al cuartel de Barbones, Fujimori refirió que dicho establecimiento militar iba a abrir sus puertas y se iba a construir una loza deportiva, para que “la gente del cerro San Pedro y de San Cosme tengan un lugar de recreación”.

Anunció que esta medida se hará efectiva de inmediato, mientras que se adoptarán las mismas acciones en el cuartel Hoyos Rubios del Rímac, la próxima semana.

“El presidente no va a hablar sobre temas electorales”, advertía una celulítica reportera del Canal 2, mientras preparaba su pregunta sobre “los beneficios de la gratuidad en las matrículas escolares”.

Sobre la visita del jefe de la misión de la OEA, Eduardo Stein, anunció que dicho personaje será recibido cordialmente, ya sea como candidato o como presidente.

Tampoco quiso hablar sobre el dictador chileno Augusto Pinochet y acotó escueta y nerviosamente que se trataba de un problema bilateral entre Gran Bretaña y Chile.

Cuando le preguntamos sobre el abortivo doctor Chuan, hizo un gesto adusto y dijo, con su típica voz pausada, moviendo la mano derecha enfáticamente, que “sobre temas electorales no voy a hablar”.

Luego se dirigió a las coquetas cámaras de televisión y repitió el mismo libreto y las mismas promesas.

Después de tres horas de recorrido “presidencial” Fujimori decidió que era hora de regresar a palacio y darse, tal vez, un baño.

En tanto, desde lo más alto del cerro El Agustino se podía apreciar un país chiquito, un país nimio, un país sin futuro.





Diario Liberación
Lima, sábado 04 de marzo de 2000

Los tenedores del poder




En la casa de Francisco Tudela tuvo que comerse chicharrón otra vez. Así lo requería la teatralidad populista del momento. Y mientras las bocas hacían su tarea, Fujimori tuvo el cuajo de decir que luego se iba a votar “en las elecciones, porque somos dos y el señor Toledo no se ha retirado”.

Por Roberto Ramírez

El olor del chicharrón nos dilató las fosas nasales. A las siete de la mañana la atención de la prensa estaba dirigida ala cogedor patio de la familia Tudela Gutiérrez, que ayer desayunó junto al presidente Fujimori y a sus hijas Keiko Sofía y Sachi marcela.
Pan, chicharrón, camotes, tamales, café, leche pie de manzana, jugo de naranja en abundancia, atiborraban dos mesas en la vivienda del ex canciller, ubicada en la avenida El Rosario, cerca de la cuadra seis de Camino Real en San Isidro.

Estaban presentes en el festín el primer vicepresidente Ricardo Márquez y su esposa Victoria Córdova de Márquez, quienes, al igual que las herederas del mandatario, vestían totalmente de negro.

La esposa de Francisco Tudela, Lucila Gutiérrez, se mostró en todo momento servicial con sus invitados. Las idas y venidas desde la cocina al patio las efectuaba también una joven que pasaba y repasaba los platos.

Sachi, al parecer, se sintió incómoda con la presencia de los reporteros que grababan a su hermana llevándose a la boca, con fruición, sin remordimiento, un enorme pan con chicharrón.

Fujimori quien vestía terno azul y una corbata amarilla, chillona, se percató del hecho y se paró a declarar inmediatamente, mientras los tenedores se desplazaban con habilidad y destreza.

La sonrisa dirigida a las coquetas cámaras de televisión era la misma de siempre y sus gestos denotaban su apetito electoral, su hambre de poder.

“Es un desayuno en base de pie de manzana que ha preparado mi hija Sachi, chicharrones que ha preparado la señora de Tudela. Lo ha comprado parece y el ingeniero Márquez fue a la panadería”, acotó el jefe del Estado, intentando bromear en esa fría mañana.

Después aseguró que Alejandro Toledo no se había retirado de la contienda, que él no era un solitario candidato, y que había una situación de indefinición por parte del líder de Perú posible.

“La elección no es de un solo candidato sino de dos, y el señor Alejandro Toledo no ha renunciado”, aseguró Fujimori defendiendo la validez de las elecciones, pese a la ausencia de los observadores.

Dijo que la ausencia de la misión de observadores no le quitaba ninguna validez al proceso y que estaba ampliamente probado (como los tamales que Márquez digería en ese momento) que existían todas las garantías del caso para unos comicios transparentes.

“Se trata de una elección justa. A la comunidad internacional le decimos: señores aquí en el Perú ha habido un proceso democrático con las reglas y (de acuerdo a) todos los estándares internacionales”, anotó, mientras las mandíbulas de sus acompañantes no dejaban de trabajar.

“Bien señores periodistas, después de este desayuno nos trasladaremos a los centros de votación”, dijo Fujimori para dar por terminada la conversación.

Los periodistas fuimos conminados a desalojar el ambiente para que la plancha presidencial pueda seguir degustando (pero ya sin testigos).

Afuera el frío matinal y un paquete de galletas de “vainilla” nos hacían compañía.

Una vez satisfechos los comensales de la casa del ex canciller fujimorista, se despidieron de la familia Tudela y abordaron rápidamente el Mercedes presidencial rumbo a la Escuela de Bellas Artes, donde le tocaba votar al mandatario.

Después la primera dama de la Nación llegó hasta el ministerio de Energía y Minas para emitir su voto. Hasta la puerta del local, ubicado en San Borja, fue llevado un grupo de revoltosos a fin que vitoreen, previo pago, el nombre de Fujimori.

Mientras gritaban queremos paz, golpearon a un ciudadano para arrancarle de las manos el diario LIBERACIÓN que portaba en sus manos y encajaron un certero puñete a quien esto escribe.

“Les pido por favor no sólo a los jóvenes sino a la población en general que acudan a votar y emitan un voto de conciencia. La instalación de las mesas se ha demorado un poquito, pero todo está saliendo conforme”, dijo la hija mayor del mandatario.

“Keiko está gorda y el pueblo tiene hambre”, musitó un joven ambulante que pasaba por allí.
Diario Liberación
Lima, lunes 29 de mayo de 2000

miércoles, 19 de diciembre de 2007

"Si me tomas una foto te saco la mierda aquí mismo"


Eran las 11: 30 de la mañana, cuando en una calle de Magdalena pudimos observar cómo el mayor EP (r ) Ricardo Anderson Kohatsu, acusado por la ex agente del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) Leonor La Rosa de ser uno de sus más crueles torturadores, ingresaba a una tienda de la zona a comprar cigarrillos. Miraba a todos lados, parecía nervioso y luego caminó lentamente por la avenida del Ejército, cerca de la avenida Brasil. Anderson tiene una orden de captura dictada por el juez Saúl Peña, que lo investiga por el caso del chuponeo telefónico. Él lo sabe y, por ello, se cubre parte de la cara con unos lentes ahumados y una gorra que logra esconder sus inconfundibles cabellos canos. LIBERACIÓN lo siguió hasta una de esas frías calles y, luego de una tensa presentación, logramos finalmente recoger su versión sobre las denuncias que pesan en su contra. Aquí, sus argumentos, o en todo caso, lo que dice son sus argumentos.


Por Roberto Ramírez

Fotos : Jair Ramírez

Vestía una casaca larga, azul, un jean, lentes ahumados, zapatillas y una gorra negra. Salió de la tienda y cruzó la pista. Ya el reportero gráfico le había hecho varias tomas en plena acera, pero igual lo seguimos hasta que, a pocos metros, se estacionó en una calle, frente al mar. En ese lugar decidimos de una vez abordarlo y preguntarle sobre su espinoso caso y, sobre todo, por la orden de captura dictada en su contra por el juez anticorrupción Saúl Peña Farfán.

-¿Podemos hablar un momento?

¿De qué? ¿Para qué? ¿Quiénes son ustedes?

-Somos periodistas...

¿Y qué quieren conmigo?

-Hablar solamente, cómo va su caso...

¿De dónde son?

-De LIBERACIÓN

- Yo los llamo después, cuál es tu nombre, a ver a qué teléfono. Mi cerebro es una grabadora.(En ese momento, Anderson cogió un lapicero que le proporcionó la persona que conducía el auto y apuntó en un sobre manila los números de este diario).

-No somos jueces ni policías, sólo somos periodistas y queremos saber su versión.

- A mí no me vengan con trampitas, ni con grabadoritas escondidas y tú (señalando al fotógrafo) si me tomas una foto te saco la mierda aquí mismo. No quiero fotos.

-A usted se le acusa de cosas muy graves...

¿De qué?
-De torturas a Leonor La Rosa, del chuponeo...
¿Tú has visto el expediente?, ¿tú te has preguntado por qué La Rosa cuando salió en Canal 2 se fue caminando y luego cuando la presentan a los medios sale temblando y esas cosas? Todo es una cuestión política. ¿Tú te has preguntado por qué la regresaron de México?, ¿por qué le quitan los hijos?, ¿ah?, tienes que averiguar bien...-

- ¿Intenta decir que ella se inventó los golpes y se autotorturó?

Yo te puedo decir que yo no he torturado a nadie, y para que tengas mayor información debes ir a los expedientes del hospital, allí te vas a enterar cómo son las cosas. Pero yo quiero olvidarme de eso, son todas mentiras, y ese es un caso cerrado ya. Estuve un año encerrado, ¿tú sabes lo que es eso?.

-La sentencia fue de ocho años, ¿por qué salió al año?
Porque apelé, sino apelaba hubiera seguido metido allí, fue terrible, siendo inocente tener que soportar todo esto y lo peor que tu familia sufre, pero eso ya es un caso cerrado.

-Ni tanto, porque está la Comisión de la Verdad...

- La Comisión de la Verdad también es una cuestión política. Yo estoy siendo utilizado nada más que por cuestiones políticas. Esto es como un tablero de ajedrez : la reina se come al alfil y el alfil se come al peón, así de simple.

-¿Qué hubiera pasado si su apelación era rechazada?

Me quejaba ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

-Pero, disculpe, hubiera resultado paradójico que alguien acusado de maltratos y torturas se queje ante un organismo de derechos humanos.

- Sí, pero yo soy inocente. Además cuando estuve encerrado, cagado psicológicamente, ¿acaso me fue a visitar el Defensor del Pueblo?, ¿ustedes vinieron acaso a ver cómo estaba uno? Allí encerrado estaba cagado, se caga uno, se caga la familia. A quien le importa eso.

- Y sobre el chuponeo, qué tiene que decir. ¿También son invenciones?

- Mira, a mí me acusa Zanatta. Ella viaja al extranjero sin permiso, ¿sabes?, y luego la hacen regresar, estaba embarazada. Viajar sin permiso es grave, y luego vuelve a viajar y para quedarse allá inventa todo esto. Ella habló que Mariella Barreto le dijo tal y tal cosa. Cualquiera puede hacer que un muerto diga cualquier cosa, total no iban a desmentirla.

-Y Mariella Barreto, ¿su muerte fue un invento o qué?

- Y yo que tengo que ver en eso, estás mezclando papas con camotes. Yo no sé que pasó en ese caso.

-¿Las dos no eran agentes del servicio de inteligencia del Ejército?

- Sí, pues, pero qué tiene que ver eso conmigo, qué me metes con lo de la Barreto.(Anderson más calmado, encendió su tercer cigarrillo, y nosotros dejamos de tratarlo de usted, para pasar directamente al tú).

-¿Pero tú que sabes de ese caso?

- A mí, cuando me vino a entrevistar el fiscal del caso, un tal Pajares...

-Luis Alberto Pajares...

- Ajá, él mismo, señaló que a Barreto le habían hecho cortes de bisturí y no de hacha o cosas así.

-¿El fiscal te contó que a Barreto la cortaron con bisturí?

- No precisamente así, pero habló de los cortes y, pues, que no se podía llegar a precisar lo de su muerte, ni a decir con certeza quién o quiénes habían sido.

-¿Conoces a Montesinos?

- Por los periódicos. Todos hemos visto que él sólo hablaba con ministros, empresarios.-

¿Y a Martín Rivas?

- A Rivas lo conozco de cadete, pero así nomás; después, ni en pelea de perros, no sé nada de su vida.

-Lo del chuponeo no ha quedado claro, aún hay aparatos, ¿no?

- A quién pertenecían los aparatos, a quién, dime pues.

-A Montesinos, ¿no?

- No, pues, tú todavía estás con la huevadita de Montesinos, el compadre ya está cagado, ya déjalo tranquilo. A la FAP, por qué no investigan allí.

-Allí se renovaron algunos mandos...

- Sí, pues, pero investiga...Fácil es acusar, crear estigmas por cuestiones políticas, pero no investigan a fondo. ¿Sabías que Leonor La Rosa tenía un punto cerebral y que no podía ser anestesiada?

-Sabes mucho sobre cuestiones médicas...

- Tengo hasta para escribir todo un libro.

-Y por qué no lo haces, a lo mejor ganarías algo.

- No, porqué me daría cólera y recordaría todas las mentiras que se dijeron y me daría más cólera y me enfurecería.

-¿Qué pasaría si te revisan, te allanan y te encuentran en tu escondite equipos de chuponeo?

- Que me revisen lo que chucha sea. No me van a encontrar nada, porque no tengo nada.

-Si eres inocente de todo, ¿por qué te han denunciado entonces?, ¿por qué hay una orden de captura en tu contra?
- Porque, ya te dije, hay cuestiones políticas. Inclusive ahora los jueces están presionados, casi los obligan a ser malos y encontrar como sea culpables. A Saúl Peña lo acusaron creo, de la pérdida de un vídeo. Bueno, hay formas. También porque crean estigmas. Yo voy a demostrar que soy inocente, tú investiga, profundiza el tema. No escribas huevadas. Si mañana escribes huevadas, me voy a enojar.

-Yo no juzgo, no quiero demostrar nada a nadie. Sólo muestro las cosas como son. En este caso, tu versión.(No sólo los minutos pasaban, también un patrullero de la Policía Nacional cruzó con normalidad la avenida del Ejército).-...

¿Tienes miedo, no?
No.

-¿Siempre fumas tanto?

- No siempre.

-Porque dicen que una persona fuma cuando está nerviosa...

- Una persona fuma cuando toma un café, cuando conversa o también cuando está nerviosa.

-Nosotros no estamos tomando un café...

- Pero estamos conversando...

-¿Vas a fugar?
- No. Si hubiera querido fugar lo hubiera hecho hace tiempo o no habría regresado. Podría irme al Japón, tengo doble nacionalidad, por mis padres, tengo koseki. Me voy al Japón y a ver quien me va a sacar del Japón. Pero no voy a fugar.
-¿Piensas vivir siempre a salto de mata?

- No, voy a esperar que hayan las condiciones para ponerme a disposición de las autoridades. Ahora sólo me cuido.
-¿Qué hacías por acá?

- Paseaba. ¿Y ustedes cómo han llegado hasta acá?

-Porque somos de LIBERACIÓN

- ¿Así?, los felicito entonces, deberían estar en el servicio del Ejército. Él (señalando al fotógrafo) al menos ya tiene el corte.

-¿Por qué no te han capturado hasta el momento?

- Porque soy James Bond.

- Las autoridades parece que no dan contigo.
- No sé.

-¿Y hasta cuándo vas a esperar para ponerte a disposición de las autoridades?
- Que pase todo esto, lo de Montesinos y todo. Supongo que será en agosto más o menos.





Fue detenido el año pasado en Houston pero fue liberado por la protección diplomática de Fujimori


En marzo del año pasado la sombra de la justicia penal internacional empezó a rondar el gobierno de Alberto Fujimori. El mayor EP (r ) Ricardo Anderson Kohatsu fue detenido en México, luego de arribar de Houston, Estados Unidos, donde también había sido arrestado.Ricardo Anderson Kohatsu, sobre el que pesan graves acusaciones por delito de tortura interpuestas por organismos de derechos humanos nacionales e internacionales, regresó el año pasado a Lima, liberado gracias al pasaporte diplomático que el gobierno de Fujimori le extendió.

En la ciudad norteamericana de Houston, Texas, Ricardo Anderson fue intervenido por personal del FBI, pero fue liberado después de reconocérsele una discutible inmunidad diplomática.

A su paso por el aeropuerto de la ciudad de México, en tránsito a Perú, volvió a ser detenido, esta vez por la policía mexicana, pero luego se le permitió proseguir viaje a Lima.

Anderson Kohatsu y el general retirado del ejército peruano Enrique Oliveros concurrieron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como testigos del gobierno en las reclamaciones contra el estado peruano por espionaje telefónico.

La concurrencia de los dos testigos causó protestas entre los abogados de derechos humanos, quienes señalaron que Oliveros fue el jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) entre 1995 y 1997, cuando ocurrió el supuesto espionaje telefónico.

El FBI quería interrogar al militar peruano sobre la tortura contra Leonor La Rosa, agente del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) peruano.

En agosto de 1997, Anderson, junto con el mayor Percy Salcedo Sandoval, el coronel Carlos Sánchez y el teniente coronel Joel Salinas Suzunaga, fueron condenados en un tribunal militar a ocho años de prisión por su responsabilidad en las tortura de La Rosa.

No obstante, en noviembre de 1997 la Sala Revisora del Consejo Supremo de Justicia Militar absolvió a Anderson y Sánchez con el argumento de que no habían participado directamente en la tortura de La Rosa. Luisa Zanatta, ex agente de inteligencia actualmente asilada en Miami, declaró frente a agencias del gobierno de los EEUU y organizaciones no gubernamentales, los días 8 de marzo de 2000 y 9 de marzo de 2000, que Anderson Kohatsu le confesó haber torturado a La Rosa Bustamante.

La ex agente, a causa de las torturas, quedó con severas secuelas físicas. Los exámenes médicos dan cuenta de los graves signos de tortura que se encontraron con posterioridad a los interrogatorios y castigos que se le impusieran. Los exámenes médicos constan en la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, así como su testimonio.

LIBERACIÓN, luego de un paciente seguimiento –desde el actual refugio de Anderson hasta los lugares a donde se traslada-, logró ubicarlo en plena avenida del Ejército, muy cerca de la avenida Brasil. La policía, por su parte, parece que no sabe que Ricardo Anderson Kohatsu camina libremente por las calles de Magdalena.






Un Testimonio espeluznante


En diversas ocasiones Leonor La Rosa contó de qué manera fue torturada. Y en esas veces, siempre estuvo resonando, como el eco de ultratumba, el nombre de Anderson Kohatsu. Aquí un breve resumen de un testimonio increíble, espeluznante :“Anderson fue uno de los que me quemaron las manos, la espalda, los pies. De los que me golpearon en el estómago, la cabeza. También fue uno de los que me violó y me obligó a que yo firme un documento culpando al coronel Wilson Aguilar”. “Fue uno de los partícipes, como el que lideraba el grupo”.



Diario Liberación
Lima, miércoles 11 de julio de 2001

Dreams


Todos tenemos sueños. El mío, creo, era poder comunicarme fluidamente con gente que tenga un idioma distinto al que uso. Todo el mundo, decía Hemingway, tiene necesidad de hablar con alguien. Pero ahora que el mundo se achicó, es necesario saber más de un idioma para poder encontrar a ese alguien con quien platicar. Inglés por ejemplo. El francés o el chino mandarín también sirven, el primero para el amor y el segundo para futuros negocios que podrían rozar nuestras puertas.

Descartando amor y business opté por el inglés. Los primeros ciclos was very easy. Pero cuando llegas al nivel intermedio tu práctica debe ser más esmerada si quieres lograr tus sueños de insertarse en los vericuetos de la mal llamada globalización.

El problema surge cuando tienes que dividir tu tiempo con el trabajo, otros estudios y otras obligaciones de carácter ineludible; con el aprendizaje de la nueva lengua. En eso estaba cuando llegué al segundo ciclo del nivel intermedio. Trabajando hasta la medianoche, llegando a casa cerca de la una de la madrugada, y con la obligación de, durmiendo apenas cuatro horas, levantarme tempranísimo para poder escuchar las cada vez más soporíferas clases de inglés. So later, again student. So sorry miss.

La fecha de mi examen final estaba fijada en mi mente como un alfiler que me aguijoneaba el cerebro a cada momento. La cara de crueldad de la miss me hacía recordar las películas de Klaus Kinski además de mis dolencias estomacales. Mis estudios de especialización y el trabajo pasaron a segundo plano. En la víspera del esperado examen llevé a mi oficina mis libros y mis apuntes y estuve allí dándole, a pesar del cansancio.

Present perfect simple. Cuando llegué a casa seguí, afanoso, con los libros hasta las 3 de la madrugada. Present perfect continuous. Podía sacar un 50, la nota máxima. Cuando me acuesto, un halo onírico me envolvió y así de entre mis sábanas poco a poco, como en cámara lenta, me fui viendo a mí mismo saliendo de mi casa, llegando al instituto, rindiendo mi examen y regresando a mi hogar y a mi cama con una sonrisa ganadora en mi rostro y volviendo a caer, despacio, en los brazos de morfeo. Zzzzzzzzz. Así con la satisfacción del deber cumplido, seguí durmiendo, tranquilo... hasta que, puta madre, me di cuenta que no me había levantado para nada, miré el reloj y tenía media hora de retraso.

No había tiempo para un regaderazo. Así nomás. Tomé un taxi, las luces rojas se hacían, segundo a segundo, más insoportables. Nunca había anhelado como ese día, el color verde del semáforo. Subí corriendo las escaleras y entré abruptamente al salón de clases, puse mi mejor sonrisa y le dije tímidamente a la miss, sorry, ¿can I..?. ¡NO!, she said. But... NO, NO, NO. (So sorry, so zorra).

Me estaba saliendo con un rollo aleccionador sobre la puntualidad delante de todos los alumnos que en esos momentos resolvían sus respectivos exámenes. Cortándole la palabra le di las gracias, me di media vuelta y, con un gesto de dignidad, me fui de allí, para siempre.

Acabo de repetir el segundo ciclo. I hate speak in English. It was enough. Sólo quería dar mi examen, sólo quería un poquito menos de intolerancia, sólo quería tratar de insertarme en los vericuetos de la mejor llamada mundialización, sólo necesitaba hablar con alguien. Pero ya me di cuenta que hay gente con la que no se puede platicar en ningún idioma. No voy a culpar a nadie y menos a la maldita de la miss. Creo que este angustioso episodio, finalmente fue suscitado por culpa de mis sueños. Y es que, en realidad, la vida es sueño y los sueños, sueños son.



That's all for today, good night
your friend, Bob.

Lima, julio de 2007

lunes, 17 de diciembre de 2007

Se necesita muchacha


Pocas medidas más eficaces para punzar conciencias que recurrir al arte. Volver a casa es una comedia que se estrenó en la Sala Alzedo. Escrita por Alonso Alegría, la obra tiene la particularidad de poseer en el elenco a actrices que tanto en la ficción como en la vida real desempeñan el mismo papel: trabajadoras del hogar.


Por Roberto Ramírez

Reclinada en una butaca, Kleny Youcate mira el escenario donde hace unos instantes interpretó a Julia, una joven y sufrida empleada. En el Olimpo de su memoria, retornan los aplausos. Sonríe. No puede creer cómo se atrevió a subir allí, cómo pudo actuar en esa obra, en ese proscenio inmenso, enchapado en madera y con tanta gente observándola mientras las luces le apuntaban.

Interiorizarse en su personaje fue fácil. Fluyó tan natural que incluso se animó a improvisar y agregar de su pimienta y su sal. Lo que más costó fue controlar esos inevitables nervios que hasta Dina Páucar, diosa del amor e icono de la superación, llegó a sentir alguna vez al subir a un escenario.

Hasta la prensa la abordó. Tuvo palabras de agradecimiento para la tenaz directora de la obra, Grace Eléspuru; para el dramaturgo Alonso Alegría; para Edith Matías, iniciadora de este noble proyecto que le permitió debutar nada menos que en la Sala Alzedo; para sus compañeros, con los que ensayó domingo a domingo durante seis esforzados meses, y para todo su público, que es a quien ella finalmente se debe.

Recostada en esa butaca, Kleny sigue mirando la soledad del escenario. Tiene que irse, mañana le espera un arduo día de trabajo.

PRIMER ACTO

La canción del grupo Ráfaga, esa que dice: "Maldito corazón, ya deja de llorar, ya no sigas sufriendo", suena porfiada mientras Julia (Kleny Youcate) y Rosa (Luz María Lino) conversan.

Julia desea volver a su tierra y poner un taller de bordado, hacer del ornamento una empresa, pero sus padres no quieren que deje su trabajo en Lima. Rosa, empleada audaz, decide ayudar, pero tiene que demostrar que Julia sufre. Que la señora de la casa, estentórea desde el amanecer, no habla sino grita y que el patrón, calentón e hiperactivo, no pierde tiempo para susurrarle, cada vez que puede, que aquel precepto divino que exhorta amar al prójimo tendría otra interpretación.

"El maltrato y el acoso son problemas frecuentes", dice Edith Matías, gerente de desarrollo social de la comuna capitalina.

Indica que su área cautela los derechos de estos jóvenes y por ello, junto con el Centro de Estudios Sociales y Publicaciones, acogen, mediante el Programa de Atención para Adolescentes que Trabajan, a chicos que necesitan apoyo.

En el escenario, acústico y etéreo, Rosa le propone a Julia intercambiar empleadores por un día.

FINAL

El equipo es conformado, además, por Eva Gutiérrez, Aulolia Roca, Graciela Quispe, Viviana Reyes, Diana Estofanero, Imelda Córdova, George Vásquez y David Cascamayta.

George interpreta al galán de Julia, un vividor, ducho en el asunto del subsidio. David hace el papel de empleador.

El público sigue atento. Rosa comprueba el maltrato, lo denuncia y logra que Julia vuelva a casa. La obra finaliza, el respetable ovaciona.

El elenco parece un solo cuerpo, un gran abrazo, un corazón que late apresurado. El llanto, como la emoción, es inevitable. Las cámaras enfocan la felicidad en sus rostros. Fueron lágrimas de alegría, dicen las actrices mientras, despacio, abandonan la sala.

Kleny se queda sola, se reclina en una butaca y sonríe. Desde allí mira aquel escenario donde, por sesenta minutos, se sintió inmortal.





Lunes, 17 de diciembre de 2007
Diario El Peruano
Revista Variedades / Pág. 15

domingo, 16 de diciembre de 2007

Cuando pase el temblor




No sé si te has dado cuenta, pero últimamente la Tierra está temblando mucho. En seis meses se han producido nada menos que cincuenta y un sacudones terráqueos que te han hecho levantar de la cama y dirigirte descalzo y somnoliento, hacia el marco de la puerta o hacia una columna que tú creas segura y, sobre todo maciza.

No quiero alarmarte, pero la cosa está muy movida. Dicen que estos temblores no tienen relación alguna con el cambio de clima y que diariamente se registra también un promedio conservador de dos sismos imperceptibles para nuestra sensibilidad.

Los analistas analizan los hechos, pero mientras tanto la Tierra sigue temblando aquí, en Arequipa, Piura y en China. Y temblará para hacerte recordar que en el fondo estás hecho de aquella perturbación angustiosa de tu ánimo, conocida como miedo, y que tu aplomo y seguridad es pura ficción, y tu amabilidad hipocresía.

Y temblará muy fuerte para que te des cuenta de que no vale pelear por cosas materiales, por cosas que se pueden destruir fácilmente con un simple movimiento de seis grados en la escala de Richter.

Y la cavidad bucal que antes te servía para que puedas criticar con mala leche a tus compañeros de trabajo, se cerrará. Y tus intrigas y lucubraciones destinadas a hacer caer al que tienes al lado, desaparecerán. Tus pensamientos entonces se centrarán en tu familia y, sobre todo, en tus hijos.

Desearás inclusive el bienestar de la humanidad. Y ya no te creerás el propietario de tu vida y comprenderás que en esta Tierra todos somos inquilinos precarios, porque – dicen – ella no es de nadie, sino de las fuerzas ciegas, de los ácidos flameados que la centran y del epicentro de todas sus contradicciones. Porque está compuesta de hierro y silicio, de magnesio y oxígeno, de níquel, calcio y aluminio, y de ello entiendes poco.

Entonces tu corazón se agrietará inevitablemente, como las paredes de tu casa, como la corteza terrestre que día a día pisas casi sin darte cuenta. Mirarás, esta vez, sin altivez, hacia arriba. Andarás con mayor humildad. Comprenderás que todo es temporal, excepto la fugacidad.

En realidad – y para serte sincero – la cosa no es tan alarmante. Creo que por ahora puedes estar tranquilo. Dicen los expertos que estos sorpresivos movimientos telúricos no representarían preludio alguno sobre la inminencia de un gran terremoto.

Algunos geólogos señalan incluso que es bueno que la Tierra se acomode poco a poco y libere tensiones. Sólo quise sacudirte un poco, despertarte quizás. Sin embargo, en un sismo nunca se sabe. Puedes reflexionar, si quieres, cuando pase el temblor.

Lima, sábado 15 de junio de 2002
Diario El Peruano
Columna de opinión: Instan-taneas

sábado, 15 de diciembre de 2007

El estratega


El pitazo del árbitro fue el punto de explosión.

Segundos antes Fabián Vargas había lanzado con violencia aquel balón que avanzaba irremediablemente hacia el arco de Óscar Ibáñez mientras los latidos de millones de peruanos se aceleraban de manera incontrolable.

Algunos cerraron los ojos, otros cruzaron los dedos y aguantaron la respiración. Por favor, por favor, por favor. Miles de plegarias mentales estaban embotelladas
en la estrecha carretera que lleva al cielo. La pelota viajaba en cámara lenta a través del espacio que separa sin remedio el punto de penal de la valla del guardameta.

La gente del Boca Juniors también sufría aquella noche de septiembre. El cuerpo de Ibáñez hizo un giro. El Perú tenía el corazón en la boca mientras el balón daba vueltas en el aire y viajaba entre la temporalidad y la fugacidad de lo instantáneo y de lo perdurablemente efímero.

Los segundos parecían eternos, interminables. Charly García se rascaba los bigotes. El arquero del humilde equipo rojo adivinó la trayectoria del esférico y sus manos impidieron que el balón tocara las redes.


El país entero se confundió entonces en un solo abrazo de indescifrable alegría. Unos liberaron sus dedos y otros abrieron los ojos, sólo entonces pudieron ver a los jugadores peruanos correr de un lado para otro jubilosos. Se exhaló, por fin, el aire contenido. ¡Bien, carajo! Se había acabado la tanda de penales.

Habíamos ganado la Recopa Sudamericana. Y allí estaba el estratega Freddy Ternero, con la blanca y roja sobre su espalda, alzando los brazos en señal de triunfo, mirando agradecido al cielo, declarando al periodismo con esa voz serena, flemática e inalterable que ahora, mientras conversamos, se vuelve a oír.

“En estos días tengo bastante chamba”, me comenta. Y es que Ternero luego de haber escrito las páginas más gloriosas de la historia deportiva del país, no ha decidido reposar.

Dice que sería muy triste que los peruanos siguiéramos, de aquí a treinta años, rememorando estos mismos triunfos del Cienciano, como único éxito internacional.

El logro de la Copa Sudamericana ante River Plate y la Recopa ante Boca Juniors no fueron el fin de una telenovela cursi llena de sufrimientos del fútbol nacional sino que ha significado el inicio de grandes retos. Ternero lo sabe, por eso escribió el libro ¡Sí se puede! Un libro sin quiebres literarios que se puede leer en algo más de una hora y que cuenta de una manera sencilla la clave de su éxito.

“Siempre se lo he dicho a mis jugadores: si haces lo que te gusta con ganas, perseverancia y, sobre todo, con pasión, estás caminando hacia el éxito. Lo demás llegará sin que te des cuenta. El triunfo es un proceso largo que siempre supone momentos de lucha.”

Y Freddy Ternero Corrales sabe de luchas, desde que nació, tras un difícil parto, en 1959. Cuenta que siempre le gustó el estudio; sin embargo, en 1973, embriagado por los efectos de la adolescencia y por aquella fiebre juvenil que a veces nos hace creer que somos los dueños del mundo, descuidó sus deberes y terminó repitiendo el tercer año de media. “El hijo mimado, el de las buenas notas se había reducido a nada”.

Con un gran cargo de conciencia y tras varias noches de insomnio se lo contó a su madre. Aquel día, en medio del llanto de su progenitora, Freddy juró que en adelante sería el mejor. Y así fue, Freddy ahora es el mejor. Ha pasado por diversos clubes como Universitario, León de Huánuco, San Agustín, Defensor Lima y Cienciano, y no sólo ha pateado balones en su vida, también y por mucho tiempo pateó latas y hasta limpió casas en Estados Unidos. “¿Creen que pasó por mi mente derrumbarme? Luché y seguí, porque estaba convencido de que aquel era un momento pasajero. Y hasta en ese trabajo, al que me obligaba la necesidad, me entregué con alma”.

Ternero sabe que es hora de eludir la adversidad, desmarcarnos del pesimismo, olvidar aquella frase de “jugamos como nunca y perdimos como siempre”; es hora de afrontar el éxito y escapar a la victoria.

Es hora de repasar nuestras vidas y esperar aquella energía inquietante que nos impulse a escribirlo todo desde el comienzo. Es hora de comprender que en esta vida nada está dicho hasta que suene el pitazo final.





Lima, 30 de diciembre de 2004
Suplemento Los número uno, del diario El Peruano

La reina


La “Gringa” nació y el Sol celebró con una fiesta. El 24 de junio de 1983, Sofía Mulanovich Aljovín llegó a este mundo con un solo objetivo: “surfear”. Tiene veintiún años y ya posee entre sus logros el título de campeona mundial y haber alcanzado el primer lugar del máximo circuito profesional de surf.

Cuando ella se sube al escenario líquido, aquel proscenio acuático y salado que la espera cada día para refrescarle las ganas de vivir, y coloca los pies en el centro de la tabla, algo ocurre. En esos momentos la ola se convierte en una metáfora. Su naturaleza oscilante bien puede representarnos la vida misma. Pero no es agua lo que se mueve, es el efecto del viento sobre la superficie del mar lo que vemos, es el ritmo transoceánico el que nos invita a caminar sobre la arena, respirar, reflexionar y sentir la brisa del mar.

Lo primero que hizo Sofía a su regreso al Perú, después de conquistar el mundo en una tabla, fue reencontrarse con su hábitat. “Acabo de irme a correr un rato. Se siente bien llegar a tu playa y correr con tus amigos, correr con tu hermano, es bacán”. Lo suyo no es la retórica, pero para lo que eso importa adentro del mar.

“No sé cómo ponerlo en palabras. Es alucinante cargar la copa, sabía que era especial para todos los peruanos.”

Sin embargo, para eso necesitó de muchos años de esfuerzo. Momentos gratos e ingratos. Ausencias ineludibles y revolcones inevitables. Ella baila olas desde niña y lo hace con un estilo impecable (dicen que a los seis años se bajó su primera ola en bodyboard y a los nueve ya lo efectuaba en una tabla).


La “Gringa”, como la llaman en todo el litoral, coge el ritmo y predice su curso. Se luce y ejecuta aquellas maniobras que seducen la subjetividad de cualquier jurado.

Ahora aparece en televisión, entrega premios MTV y hasta realiza comerciales. En uno de ellos aparece, teléfono en mano, llamando a una amiga para hacerle escuchar una canción.

La somnolienta amiga la oye, y le recuerda de entre sus sábanas, que está en Japón y allí son las tres de la mañana (chévere, Sofi).

Antes hizo otro comercial en que se le veía “surfeando”. Después de apreciarla por largos minutos sobre las envolventes crestas de las olas, se escuchaba el mensaje de Cedro: “La vida es como el mar... agitado a veces y otras sereno... Tú tienes el control. Deslízate por la vida, sin drogas ¡Y cumple tus sueños!”.

“Hice mi sueño realidad y hasta podría decir que si me muero lo haría en paz”, manifestó Sofía tras lograr el campeonato mundial y luego de ganar en Tahití y Francia, para colocarse en el primer lugar del ranking mundial. Cuando regresó al país, con la moral más alta que las olas que desafía, fue recibida por una banda de música y por un nutrido grupo de niños que lucían el rostro de esta florecita surfera estampado en sus polos. Su legión de admiradores ha crecido.

Sus hinchas, sus fans, su trinchera surf, son cada vez más numerosos.

La revista Surfer la calificó como la más destacada representante femenina de esta disciplina en el mundo, mientras que Surfinggirl la consideró la mejor surfera del orbe. Con ello, la “Gringa” se ha convertido en una rubia debilidad para el surf estadounidense y para sus publicaciones más prestigiosas.

Cuando ganó el campeonato mundial en Ecuador, una radioemisora hizo un emotivo enlace con su madre.

¡Feliz cumpleaños, mamá!, se le escuchó decir entre sollozos a Sofía. En Lima, Inés Aljovín, emocionadísima, se sentía la madre más feliz del mundo.

No obstante su aparición mediática, ella sigue manteniendo la sencillez de siempre y tiene los pies bien puestos sobre la tabla. Por eso, después de un buen rato en el agua ella sale y pisa tierra. “Soy una chica normal, no soy la divina pomada. Quiero seguir corriendo, seguir mejorando como persona, como surfer y así ganar más títulos mundiales. Continuar compitiendo y, si Dios quiere, volver a ser campeona del mundo otra vez. Hay que acostumbrarnos a ser más positivos”.

Una verdadera lección, tan grande como aquella ola que, convertida en metáfora, se observa desde la orilla. Aquella ola inmensa que dice, mientras sopla la brisa marina, que todo es posible.



Lima, 30 de diciembre de 2004
Suplemento Los número uno del Diario El Peruano

viernes, 14 de diciembre de 2007

Nadie le hace caso a Luz Salgado


Iba a ser la primera conferencia de prensa de la presidenta encargada del Congreso, Luz Salgado. Sin embargo, con el régimen en picada, la prensa tenía otras prioridades. Aquí, la crónica de un desplante.


Desde hace mucho tiempo deseaba estar allí, sentada en ese sillón, en calidad de presidenta del Congreso de la República. Ya no respondería más como simple vicepresidenta.

Luz Filomena Salgado estaba lista para dar su primera conferencia de prensa como la flamante titular del parlamento nacional. Esta vez no estaba reemplazando en alguna sesión, a nadie. Ella era.

Luego de la reunión del Consejo Directivo efectuada en horas de la mañana, la legisladora salió rauda, acompañada de su personal de seguridad, rumbo a la sala en donde daría a conocer lo acordado en la referida reunión matinal.

Mientras subía, lenta y pausadamente, Salgado iba pensando en que las fotos, las cámaras y la atención de la prensa, estaría centrada únicamente en ella.

Tenía que informar que se había acordado utilizar la modalidad del voto secreto en la elección del nuevo presidente del Congreso a realizarse mañana.

También pensaba decir que la elección del titular del Congreso se obtendrá por mayoría e iba a anunciar las fechas en que se llevará a cabo la discusión del Proyecto de Ley del Presupuesto.

Informaría además que el Consejo Directivo recomendó a la Comisión de Constitución que dictamine cuanto antes el tema del distrito electoral.

Asimismo, informaría a la prensa nacional, que ella había invocado a los congresistas de las diferentes tiendas políticas que asistan a las comisiones de trabajo para que se aprueben los distintos proyectos de ley pendientes que no pudieron ser vistos hasta ahora, por falta de quórum.

Sin embargo, no diría nada acerca de la moción presentada por el congresista Jorge Chávez Sibina, para proceder con la vacancia de la presidencia de la República.

Estaría tranquila en ese sentido. Más que tranquila, confiada. Confiada en algunos parlamentarios de la oposición que señalaban que la moción de Chávez Sibina era una iniciativa personal.

Confiada en aquellos que manifestaban, con un estilo único de relacionista público de empresa cervecera, que “hay que evaluar”, que “hay que conocer primero el tenor de esta moción”.

Estaba dispuesta a decir que Rafaelito era un parlamentario a carta cabal, que era un rey y que Renovación era la agrupación más centrada, discreta y delicada de todo el recinto parlamentario y que siempre le gustó como narraba los partidos de fútbol, el señor Humberto Martínez Morosini. Arriba Perú y aquí no pasa nada.

En medio de sus meditaciones, Luz Filomena elucubraba sus respuestas sobre el repentino, sospechoso e inesperado viaje de su presidente a Brunei a una cumbre de ministros.

Caminaba lentamente a través de los pasillos del recinto legislativo, que tantas satisfacciones le había dado por muchos años.


Épocas de risas, agasajos, bonanza e impunidad total. Tiempos de cámaras, grabadoras, y medios de comunicación a su entera disposición.

Cuando llegó a la sala, no pudo evitar hacer una mueca de sorpresa y decepción. Apenas había dos fogosos periodistas que la esperaban con sus respectivas libretitas de apuntes.

Las cámaras y el periodismo en general andaban por otro lado, tras Susana Huguchi, que era noticia.

Filomena no lo podía creer. Nadie le había prestado la más mínima atención. Inmediatamente ordenó que se redacte una escueta nota de prensa conteniendo todo lo que tenía pensado decir.

Con rapidez se dirigió hacia su auto. Aduciendo una cita urgente, partió con rumbo desconocido, pensando tal vez, en medio de la vorágine limeña, que los tiempos, definitivamente, ya no eran los mismos.



Diario Liberación
Lima, año 2000.

Perreo del bueno


Una impresionante exhibición canina congregó hace poco a más de doscientos ejemplares de diferentes razas y nacionalidades en el Parque de la Muralla. Aquí una crónica que traerá cola.


Por Roberto Ramírez

Un ladrido ronco se oye en el malecón. Satán, un rottweiller negro como las tinieblas, desfila inquieto ante el jurado. El aplomo de Graf, su rival, cuatro años mayor, contrasta.

Por favor, déjate abrir el hocico, suplica desde la tribuna el colega José Arrieta, dueño de Satán, de apenas dos años.

Si no se deja lo descalifican, explica. El panorama es poco alentador y el periodista de gran olfato, intuye que el nerviosismo puede serle adverso a su perro.

Es que los jueces no aguantan pulgas. Califican todo: morfología, temperamento y actitud. No le puede faltar ni un diente (ni un canino), porque si no, lo excluyen del certamen. Eso daría rabia.

Hace un año Satán estuvo a punto de ser sacrificado. Luego de sufrir un accidente quedó muy mal y para evitarle el padecimiento se pensó en una especie de eutanasia.

Pero un largo proceso de rehabilitación así como los fervorosos rezos de su propietario hicieron el milagro. Un tiempo después Satán logró ser campeón. Gracias a Dios, dijo su dueño aquel día.


Encuerado

Exhibicionista, ajeno a normas sociales, el perro sin pelo del Perú pasea explícito ante la entusiasmada concurrencia.

Eliot pelito, ejemplar de esta especie que participa en la exposición organizada por el Kennel Club Peruano, institución que lleva el registro oficial de los perros de raza; no sabe que se le atribuye la capacidad de curar el asma.

Investigaciones refieren que este noble chucho, patrimonio nacional, genéticamente tiene un síndrome de hipoplasia ectodérmica. Posee piel cálida que al entrar en contacto con el cuerpo humano puede calentarlo. Esto ha sido base para atribuirle tal propiedad.

“El que dice que la felicidad no se compra es porque nunca se ha comprado un perro”, afirma Robert Ruiz, veterinario-filósofo que nos cuenta que muchos de estos canes llevan microchips del tamaño de granitos biocompatibles de arroz implantados bajo la piel, a fin de identificarlos electrónicamente.

Funciona, dice, como un portador de datos numéricos (como si fuera el código de barras de una bolsa de Rico-can comprada en un supermercado de Jesús María) y se introduce mediante un inyector, que empuja al chip.

Eliot pelito sale airoso en el evento y devuelve, como un broncodilatador, el aliento a su dueño.


Micción imposible

Annika, la yorkshire terrier, menea cadenciosa la cola e imperturbable camina ante la lujuria de un chihuahua. ¡Guau!, ladra el pequeño de erectas orejas, esperando tal vez encontrarla cuando ésta atraviese su ciclo estral.

Ella tiene pelo largo, colgante, parejo y un cuerpo bien proporcionado.

Pero la perfección estética, la belleza canina en todo su esplendor, se llama Y-Arabia de Belcan, una preciosa y erguida doberman de un año.

Es de líneas elegantes y tamaño mediano. “La imagen ideal”, dicen los conocedores.

Su dueño, el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio la mira mientras el público aplaude emocionado.

Algunos asistentes se van a almorzar, otros improvisan un hot dog al paso y continúan en las graderías.

El sol es implacable. El chihuahua olisquea, mira a un lado, mira al otro y levanta una pata trasera. A escasos metros desfilan en medio de canicular sensación, los bóxers.

Ruiz arroja aserrín en el lugar de los hechos. No se enoja, dice que aquel que pueda distinguir la sonrisa de un perro, dejará de ser animal. Tequila, que es como fue identificado el chihuahua, parece sonreír.



Lima, 10 de Diciembre de 2005
Suplemento Variedades del Diario El Peruano

jueves, 13 de diciembre de 2007

El retorno del señor M



Uno de los mayores impulsores de la nueva crónica periodística estuvo de paso por Lima. Carlos Monsiváis, la voz del desmadre en México, llegó con un retraso de noventa días a un coloquio sobre humanismo. Sin embargo, a su paso por nuestra ciudad dictó cátedra.

Por: Roberto Ramírez




¿Ventanilla o pasillo?- pregunta la despachadora, impasible, sin levantar los ojos del ticket aéreo.

Carlos Monsiváis, una de las mentes más lúcidas de estos tiempos, narrador singular de la cultura popular, cronista de desventuras y prodigios, ha viajado tanto que a estas alturas de su vida le da igual, ventanilla o pasillo.

La última vez que estuvo en Perú fue hace un par de años, cuando recibió el grado de Doctor Honoris Causa de la Universidad Mayor de San Marcos (2005), y cuando fue invitado a dar una conferencia (“El derecho de llorar”) sobre el melodrama, durante el Séptimo Encuentro Latinoamericano de Cine (2003).

Mientras el auto recorre los trece kilómetros que separan el este del Centro Histórico del aeropuerto internacional Benito Juárez de México, es probable que el señor Monsiváis viaje pensando en la última película que vio o en el último libro que leyó.

Admite que la cultura fílmica es hoy en día una ruta formativa y visual que se propone como guía mayoritaria pero insiste en que nada reemplaza o reemplazará a la lectura.

Tal vez se desplace rumbo al aeropuerto ensimismado, cavilando sobre lo complicado que le resultaría hablar de humanismo, porque este término –lo diría después- se usa cada vez menos en estos tiempos; o quizá vaya abrigando la ligera esperanza de no encontrarse con muchos periodistas que buscan largas y tediosas entrevistas, pero a quienes, a pesar de ello, recibiría siempre con gran cordialidad y tremenda paciencia.

Cuando llegó finalmente al inmenso y congestionado “Benito Juárez” y mientras colocaba con lentitud su maleta encima de la rampa del equipaje, un dependiente que registraba su pasaporte le informó que por una reciente norma, necesitaba visa para ir al Perú.

“Su atención por favor, pasajeros con destino a Lima, sírvanse abordar…”. Ese aviso ya no tenía sentido para este gran escritor, ensayista, periodista, lector omnívoro y posiblemente el mejor cronista que ha parido la patria de Dolores del Río, Octavio Paz, María Félix, José Emilio Pacheco, Cantinflas y el Chavo del Ocho.



El siempre polémico Monsiváis que estaba invitado a un coloquio de humanidades en la Universidad Católica del Perú (que se realizó durante los últimos días del mes de agosto), tuvo nuevamente que recorrer, pero esta vez de regreso, los trece kilómetros que separan el aeropuerto de su casa.

Tres meses después de haber concluido el mencionado evento académico y ya con el visado correspondiente, el ubicuo intelectual mexicano llegó por fin a nuestra capital.

Hace unos días dictó en dicha casa de estudios dos conferencias, una sobre humanismo y otra sobre neoliberalismo en América Latina.

“He encontrado muchas dificultades para hacer mis notas porque el término se usa cada vez menos o es utilizado sólo con fines de grandilocuencia programada” señala este incomparable historiador de las mentalidades, al referirse al humanismo.

Monsiváis luce saco oscuro con pelos de gato en la espalda, camisa abierta hasta la mitad, mirada somnolienta pero lúcida, polo blanco, no lleva corbata pero sí el cabello desordenado; lee sus apuntes con un poco de dificultad, su voz es grave, de pronto susurrante, bien modulada, arrastra las sílabas o las suelta rápido, respira entrecortadamente, como si tuviera breves y casi imperceptibles abscesos de asma.

Tiene 69 años y unos lentes inmensos. Obtuvo el premio Anagrama de Ensayo (2000) por su libro Aires de familia y el Juan Rulfo le fue otorgado el año pasado. Se convirtió así en el primer intelectual que obtuvo ese lauro gracias al uso de su pluma en crónica y ensayo, y no necesariamente en narrativa u obra poética.

Antes tuvo diversos reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo en 1977, y el premio Jorge Cuesta en 1986. Es un defensor de las grandes causas y es innegable su cerrada defensa de los derechos humanos.

Pero Monsiváis no es amigo de las ceremonias, ni de nada que lo haga salir de su casa. Por eso cuando, a raíz de su último premio, le hicieron un busto de bronce en la galería principal de la Universidad de Guadalajara, sólo atinó a decir: “Este día es para mí, muy especial porque por primera vez asumo un compromiso conmigo mismo. Cuando me toque el momento y mis aspiraciones dejen de latir, que entierren primero al busto".

Respira, bebe un sorbo de agua y continúa su ponencia. Monsiváis comenta que el humanismo tradicional pierde la mayor parte de su fuerza movilizadora en el siglo XX, luego de las dos guerras mundiales, el Holocausto, las guerras del colonialismo, los golpes de Estado, y muy particularmente los etnocidios, de Ruanda a Darfur, de Camboya a Serbia, de Uganda a Chechenia.

Pero no cree que actualmente, dado el auge de la tecnología y la ciencia, se haya erradicado el humanismo porque éste –agrega- no es simplemente un curso sino una manera de situarse frente a la realidad.

Añade que no hay detrás de la ciencia y la tecnología un poder que elimine al humanismo.

“Son hechos ostentosos (la ciencia y la tecnología) pero no son grandes interpretaciones de la realidad. Un efecto especial no se verifica a sí mismo ni se convierte en un punto de vista. Sólo es un efecto especial. Así también cualquiera de las maravillas tecnológicas. Internet, por ejemplo, necesita un punto de vista que examine todo lo que entrega”.

Mientras el público lo aplaude Monsiváis observa la puerta de salida. Resuelto se levanta de su asiento y se dirige sin dilación fuera del auditorio.


El autor de Días de guardar, Amor perdido, Entrada libre, y Lo marginal en el centro, trata de pasar desapercibido, pero sus intentos son infructuosos. Afuera un grupo de profesores, estudiantes e incluso algunos escritores locales lo esperan para saludarlo, para fotografiarse junto a él, pedirle que autografíe algún libro de su autoría o simplemente para conversar.

¿Es cierto que uno de sus gatos se llama Miau Tse Tung?. Monsiváis asiente. Le preguntan sobre la última edición de su libro Escenas de pudor y liviandad. “Es una antigualla renovada”, responde.

Es iconoclasta y cuando se le pregunta sobre lo herético de sus textos cuenta una historia referida a las peregrinaciones que se suscitaron en México luego de una presunta aparición de la virgen de Guadalupe en un refrigerador. “Lo cuento con todo el respeto para la virgen de Guadalupe… y para el refrigerador”, manifiesta.

Ha sido protagonista de programas de televisión, de cómics, de novelas, de obras de arte con adornos pop, tuvo un grupo de rock humorístico –los Tepetates- y hasta aparece en un video clip, todo en sepia, del cantante Luis Miguel.

Tiene que irse y nadie quiere que se vaya. Entonces da la media vuelta, sube a un auto que lo lleva al hotel donde se aloja. En el vehículo no hay pasillos, sólo ventanas para mirar cómo se va el sol, cuando muere la tarde.



Lima, 26 de Noviembre de 2007
Suplemento Variedades del Diario Oficial El Peruano

Borderlands



Llegar de volada a la alambrada una mañana de verano o una noche de invierno, luego de un largo viaje desde cualquier parte de México al son de un corrido, despertando de inmediato la codicia de un “pollero”, un judicial o un agente de Migración. Esto es iniciarse ineludiblemente en un vaivén fronterizo cuyo objetivo es atravesar el reino de la aridez, las lagartijas y los coyotes flacos.

La ciudad-mito, la ciudad-desprestigio, la ciudad-experimento, Tijuana apresada en un llano, rodeada de colinas, mesetas y cerros, ofrece un paisaje agreste. Los signos visibles del spanglish yonke, yarda, one way, licour beauty, furniture y todo el mosaico de anuncios comerciales y propaganda política pretenden inundar el panorama visual de los viajeros.

“Hey güey, ¿quieres pasar al otro lado?”, pregunta el traficante de ilegales en las narices del uniformado que se pasea por la central Camionera. Son dueños del terreno en la sala de segunda, allí, donde frente a la oficina de Migración operan impunemente. No faltan los “llaneros solitarios” (los que corren a la aventura por su cuenta y riesgo) o los que buscan un hoyo en la alambrada, allí en plena avenida Internacional, a unos cuantos metros de la garita, y cruzan con un valor mexicano, hoy globalizado, que finalmente es calcinado por ese “sol en los montes, con la luz que agoniza, pues la vida en su prisa, nos conduce a morir” (*).

Pero no todos tienen esa visión algo sórdida. Está el tipo caifán. El que cae bien, el que cae fine.“Me cai fáin ese bato (me cae bien ese tipo)”. Es el lenguaje de una subcultura que pretende la comunicación categórica.
Es el dialecto urbano usado por Roberto Bolaño en sus Detectives salvajes y por Rodrigo Fresán en Mantra, sobre todo cuando habla de morirse como clavar el pico, chupar faros, doblar el petate, irse al otro barrio, pelar gallo o quedarse tieso.

La frontera –dijo alguna vez Graham Greene– significa algo más que la aduana, el funcionario que solicita el pasaporte y un hombre con fusil. Allá todo será diferente; la vida no volverá nunca a ser la misma.
Los que llegamos vía aérea al aeropuerto Abelardo L. Rodríguez, previa escala en el D.F., sin necesidad de encomendarnos a la virgencita de Guadalupe, lo hacemos con los sentidos alborotados, fascinados por el encanto y la belleza de México, por una poderosa atracción cultural y por un sentimiento extraño, vertiginoso, casi indescifrable, difícil, muy difícil de explicar.

(*) Macedonio Alcalá, “Dios nunca muere” (vals).

Lima, 17 de Octubre de 2005
Revista Identidades del Diario El Peruano